lunes, 23 de diciembre de 2013

La angustia de la comunicación constante.







Nunca me he alegrado del mal ajeno; más bien sufro las penas de los otros casi como si fueran mías, con mayor o menor intensidad dependiendo de la cercanía que tenga con cada persona. 
  Hoy, sin embargo, casi me he alegrado, cuando he leído:

«Huyendo de la energía negativa del ordenador».

«Me produce una angustia horrible esta comunicación constante».

«Durante mucho tiempo no he escrito nada. Comenzar mañana. Si no, vuelvo a caer en el incontenible descontento que va extendiéndose; en realidad ya he caído en él».

Naturalmente que no me alegro. Ese "casi" equivale a un ¿A ti también te pasa? ¡Bien! ¡No estoy sola!



 «¿Ahttp://diariodeunapoetasincasa.blogspot.com.es/2013/12/el-gran-diablo.html?spref=fb

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