lunes, 21 de julio de 2014

Vampiros de sueños








Soledad infinita, eterna, inabarcable.
Tristeza que nunca se acaba: siempre hay almas caritativas
que reponen las afrentas a modo de combustible.
¡Más madera! 
Sueños contritos.

viernes, 4 de julio de 2014

Lágrimas de cocodrilo.





Justamente me he despertado esta mañana con un par de lágrimas enredadas en mis pestañas. Me pregunté si serían el resto de algún sueño. Eso me pasa por no recordar los sueños. Sin abrir los ojos aún, traté de regresar a ese lugar ignoto que me había hecho llorar sin saberlo y me vi en medio de un desierto. ¡Ah!, lloro porque tengo sed. ¡Qué tontería! Nadie, que yo conozca, podría llorar de sed. ¿Cómo que no? ¿Es que la sed es sólo de agua? ¿No hay también sed de amor, de justicia, de esperanza?
Los sueños siempre son diferentes, aunque parezcan iguales cuando son recurrentes. Siento que los sueños sean siempre diferentes. Es como despedirse de las personas que conoces en un viaje y algunas veces quisieras volver a encontrar en otro lugar.
Me parece que las lágrimas de los poetas les importan un bledo al mundo entero. Los poetas van llorando casi siempre, y a casi nadie le importa, y a casi nadie le incomodan esas lágrimas que parecen de atrezzo, un sutil maquillaje con el que vestir sus desalientos. Lágrimas de cocodrilo, apenas, que parecen ir siempre con ellos.