miércoles, 31 de diciembre de 2014

Seguir para que nada cambie





Cada nuevo año que contabilizamos como un acontecimiento es apenas un número, pero las intenciones están teledirigidas y poseen entidad propia, así que deseo que las correcciones de mi novela recién terminada lleguen a buen puerto cuando el número cinco tome el relevo del cuatro.
Que todas las personas que me leen y me siguen de alguna manera, las que aguardan mis historias y sobre todo me quieren porque sí, obtengan casi todo lo que desean. Digo casi todo porque si digo todo las dejo sin esperanzas.
La vida sin esperanza es muy mala; digo yo que debe serlo.



jueves, 18 de diciembre de 2014

¿Para qué sirve un blog?


Eso, eso, ¿para qué sirve un blog?
¿Para enseñar el trabajo? ¿Para enseñar lo listos que somos algunos? ¿Para demostrar lo tontos que son otros (que no saben tanto como nosotros)?
Sí, también para eso sirve, seguramente, pero un blog sirve, sobre todo, para expresarse. Expresarse es un deber, una obligación. Articular ideas debería ser obligatorio, y exponerlas, por si alguien se sirve de ellas.
Escribir es pensar mientras se juntan letras, o ir juntando letras mientras se piensa. Escribir es compartir. También si lo que se lee no es bonito, ni acertado, ni adecuado (no digo irrespetuoso), ni interesante. Pero la vida da muchas vueltas, los sentimientos mudan muy rápidamente, y lo que hoy no sirve puede echarse de menos mañana.
Y lo peor es que sigo sin tener claro para qué sirve un blog.
Hay personas que no saben explicarse, ni hacerse ver, ni hacerse respetar, ni aglutinar multitudes a su vera, o a la vera de su trabajo; ni crear expectativas. Hay personas que están muy solas; quizá las personas que están muy solas saben mejor que nadie para qué sirve un blog. Las personas que están muy solas suelen saber casi más que casi cualquier otra de casi cualquier cosa, porque tienen más tiempo para pensar, para observar, para sentir, para imaginar, para soñar.