martes, 9 de octubre de 2012

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Ahora ya sé cómo dar contigo: buscaré una persona ataviada con un sencillo y liviano vestido, que camina entre personas protegidas por corazas de hierro relucientes que tienen la misión de protegerlas (¿y aislarlas?) de la otra gente.

 "Le digo que estoy un poco harta de hacer lo correcto, lo que se espera de mí, que me parece que me toman por el pito de un sereno. Él no está de acuerdo. Desde su particular punto de vista poseo una autoridad moral nada desdeñable, casi envidiable. Desde su particular punto de vista, claro, que parece puesto ahí, donde está, sólo para complacerme. Además, no me gusta despertar envidias. Sé que despierto envidias, pero no sé por qué. Él dice que no sabe por qué despierto envidias, que eso es algo que debo preguntarme y responderme yo. Él todo lo arregla dejando que yo decida qué hacer en cada momento. Ni siquiera sé qué hago aquí, hablando de mí todo el rato, mirando los ojos de esa persona que algunas veces bosteza y otras parece distraída. Yo necesito respuestas, claves, explicaciones, un buen mapa para no extraviarme, o una brújula para orientarme, no un ser que sólo dice "sí" o "no", o ni siquiera dice "sí" o "no" la mayoría de veces.
  Me gusta decir la verdad. No siempre digo la verdad. No puede decirse siempre la verdad. Creo que nadie puede decir siempre la verdad. Me imagino a la gente diciendo la verdad en todo momento y circunstancia y sobre cualquier cosa que se le pregunte y se me ponen los pelos de punta. Al menos trato de no mentir deliberadamente, pero no me gusta herir u ofender, y si no se miente un poco o se falsea la verdad razonablemente en determinadas circunstancias, se acaba ofendiendo gravemente al prójimo. A mí se me hiere con mucha facilidad. Sé cuándo me mienten o me ocultan cosas. Me molesta especialmente que me oculten sentimientos, pero casi me molesta más que no me digan nada y me aparten o me alejen. Él dice que lo quiero todo, y que todo no puede ser. En realidad no sé si dice que todo no puede ser, no lo recuerdo bien, pero me figuro que sí, todo el mundo lo dice, y no sé por qué lo dice; no sé por qué no se puede tener todo. Cuando me ocultan sentimientos deliberadamente me quedo descolocada. Si sé que alguien me quiere pero resulta que no me lo quiere decir porque no me quiere querer o no me puede querer o no debería quererme, lo sé, lo adivino, lo intuyo, pero me descoloca igualmente , porque hay personas que no quieren descubrirse ni mostrarse débiles ante los demás, suponiendo que descubrirse sea un signo de debilidad, que yo no lo creo, pero casi todo el mundo lo cree. Yo me imagino a menudo caminando por la calle, que está llena de personas ataviadas con corazas de hierro relucientes, mientras que a mí me basta con un simple vestido muy liviano; entonces esas personas empiezan a reparar en mí y a mirarme con desconfianza, creyendo que soy un bicho raro, quizá una bruja con poderes extraordinarios y por ello peligrosa, y que va sin coraza porque está protegida por sortilegios o mantras o bebedizos secretos"...

1 comentario:

  1. Me agrada mucho leerte, Begoña. Tus juegos de palabras, al manejar este texto, me maravillan. Un abrazo :o)

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