jueves, 4 de octubre de 2012

De "La carpeta roja".



  ¿A quién se dirige esta mujer? ¿A cualquiera, a nadie, a todos, a alguien al azar que la quiera escuchar?

  "Cuando se dice que la gente se mira el ombligo me figuro a un montón de personas levantándose la ropa para dejar la barriga al descubierto y me da la risa: la mayoría no podría vérselo, tan enterrado lo tienen entre pliegues y más pliegues de grasa. Yo no tengo grasa. Estoy muy orgullosa de mí misma porque no tengo grasa en la barriga ni en otros sitios de mi cuerpo. Sé que a la mayoría de la gente le gustaría estar como estoy yo, sin grasa y con el ombligo bien a la vista, para poder mirárselo mejor y presumir más. Nadie me dice que le gustaría estar como estoy yo, casi nadie dice nada agradable a nadie, a no ser que le reporte alguna ventaja. Él me dice que está bien que me sienta orgullosa de lo que tengo. Yo le digo que no vale de nada sentir orgullo por lo que tengo si no puedo decirlo en voz alta y recibir algún parabién o un agasajo. Le digo que es bueno decir agasajos y parabienes porque al fin y al cabo son como un refrendo, un reconocimiento, y que a casi todos nos gusta que nos reconozcan, para sentirnos amparados. Él dice que es suficiente con que lo sepa quien lo tiene que saber, que es uno mismo. Yo le digo que la gente se las apaña muy bien para dar la vuelta a la realidad objetiva, adecuándola a lo que tiene o ha conseguido o le gustaría tener o está cerca de conseguir, evitando así el elogio al prójimo. A mí me gusta decirle a una mujer guapa que es guapa, o que es lista, si lo es; me gusta que las personas se sientan queridas, y se lo digo y se lo hago sentir. No pienso en el provecho que me reportará un elogio, ni si seré correspondida, por eso digo lo que creo que hará sentir bien a quien tengo delante, pero sólo si es verdad, o a mí me lo parece.
publize.com  La amabilidad es buena, pero hace sentir un poco imbécil. Si una persona es amable con alguien, automáticamente ese alguien se adueña de la situación y se pone a contarle a la persona amable todo lo que está haciendo con pelos y señales, y lo que le ha pasado y lo que piensa hacer y lo que le gustaría que le pasara, sin interesarse en absoluto por la persona amable ni echarle cuentas de su situación ni decirle nada que la consuele. Claro, cómo va a intentar consolarla, si no sabe que necesita consuelo porque no la ha escuchado en ningún momento. Ya he dicho que la gente no mira a los ojos de la otra gente, ¿verdad? Pues eso, que la gente que no mira a los ojos a la otra gente, no se preocupa de lo que le pasa, ni sabe si está dispuesta anímicamente para que le cuenten problemas que es probable que no pueda resolver y además le supongan, quizá, una carga emocional que habrá que añadir a la suya propia. Él dice que hay que hacer lo que hay que hacer. ¡Pues vaya una recomendación!"

Pues vaya una recomendación, en efecto, como si hacer lo que hay que hacer fuera tan fácil. ¿Y si ella no sabe qué es lo que hay que hacer? ¿Será por las ganas que tiene de gustar, sin saber que no se puede gustar a todo el mundo, pues todo el mundo tampoco le gustaría a ella, probablemente?


1 comentario:

  1. Yo creo que no es hacer lo que hay que hacer, sino lo que uno sienta que desea hacer, en todo momento, y por supuesto, que te sientas bien por ello.
    Un afectuoso saludo, Begoña :o)

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