lunes, 21 de julio de 2014

Vampiros de sueños








Soledad infinita, eterna, inabarcable.
Tristeza que nunca se acaba: siempre hay almas caritativas
que reponen las afrentas a modo de combustible.
¡Más madera! 
Sueños contritos.


                                                                    
Baña la pena el llanto.
¿Por qué no la baña la mar?
Desdicha aciaga, infausta, abstrusa y cruel,
tantos pesares baldíos
alertando musarañas desocupadas.

Por ahí vienen los vampiros de mis sueños,
persiguiendo mi alegría...
¿por qué, por qué, porqué?
¿Para qué, para qué, para qué?
Sí, sí, yo puse mi fe en sus manos,
¿por eso despierto así, desolada y abatida,
apesadumbrada y huera,
ya sin la sangre que me libaron
esas abejas engreídas,
dueñas, amas y señoras
de los sueños que pisotearon?

No me rinden sus embustes,
ni me amilanan sus desprecios,
ni me enfadan las sospechas que tengo,
cuando percibo la esencia de mi alma en algunos escritos que la contienen...












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