jueves, 14 de noviembre de 2013

¿Dante Alighieri? No, Dante Bonfim








Un día a la semana me encuentro con niños de una ikastola que se zambullen en la naturaleza para descubrir cuántas clases de vidas caben en la orilla del río y en el paseo que hay en la ladera del monte. Así, pertrechados de tarros de cristal y armados con palos para escarbar a su antojo, me los encuentro cuando regreso de mi paseo matinal con mi perro, un pastor alemán que siempre llama la atención de algunos de esos niños que me preguntan si pueden tocarlo, si muerde, si es bueno, si es viejo o joven y en fin, esas cosas que preguntan los niños.
  Otra cosa que me preguntan siempre es cómo se llama, y cuando respondo Dante, algunos me han preguntado qué es eso y otros no me han dicho nada y se han limitado a repetir Dante, Dante, para llamar su atención.
  Hoy, sin embargo, un chaval rubio que rondaría los nueve o diez años y parecía especialmente espabilado, se ha sonreído al oírme decir el nombre del perro, y yo me he sonreído también, cuando he adivinado que Dante no le sonaba a una cosa, sino al nombre de alguien importante. Para reafirmar mi satisfacción le he preguntado si sabía quién era Dante, y él me ha dicho: "Claro, es el jugador del Bayern".
  Naturalmente, el jugador del Bayern no es Dante Alighieri, sino Dante Bonfim.
   











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