Cada nuevo
año que contabilizamos como un acontecimiento es apenas un número, pero las intenciones están teledirigidas y poseen entidad propia, así que deseo que las correcciones de mi novela recién terminada lleguen a buen puerto cuando el número
cinco tome el relevo del cuatro.
Que todas las personas que me leen y me siguen de alguna manera, las que aguardan mis historias y sobre todo me quieren porque sí, obtengan
casi todo lo que desean. Digo casi todo porque
si digo todo las dejo sin esperanzas.
La vida sin esperanza es muy mala; digo yo que debe serlo.
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