viernes, 3 de octubre de 2014

Saudade







Me llamo Saudade y me gustaría que alguien (no miro a nadie) contara algún día mi pequeña historia. No es importante, ni épica, pero me siento orgullosa de la labor que desempeñé en la vida de una persona (no miro a nadie) que estaba sola y dolorida.
Por ahora diré que me rescataron en Santiago de Compostela de la estantería de una tienda de artesanía; digo de artesanía de la buena, no de cachivaches, en el año 2010, que fue Año Xacobeo, y que las calles de la ciudad estaban de bote en bote, pero ella estaba sola; me dijo que se había despistado de la gente con la que iba. Yo le dije que no entendía cómo la gente con la que iba no había reparado en que ella no iba con ellos, a no ser que en realidad no fuera con ellos, aunque ella creyera que sí iba con ellos. Que si el gentío que iba y venía, que si no sé qué monsergas improvisó como excusa, el caso es que nadie reparó en su ausencia.
Sé que me escogió porque soy pequeña y así podía meterme en su mochila. No me importa. Cada ser es importante por una cosa y cumple una función única que sólo él puede cumplir, y yo me siento orgullosa de haber acompañado a mi amiga en la comida de aquel día en aquel restaurante lleno de gente, que la hubiera hecho sentirse más sola aún, si no fuera porque yo estaba con ella y la obligué a aguantarse las ganas de llorar. Le dije que las lágrimas echan a perder el sabor de los alimentos.
Le dije muchas cosas, le conté muchas historias, pero ella no me escuchaba. No me escuchaba entonces. Después empezó a escucharme. Aquel día estaba defraudada, indignada, triste y agotada físicamente, así que perdoné su indiferencia.
¿Ya he dicho que me gustaría que alguien contara mi pequeña historia? Bueno, pues ahora que he formulado la petición y me he presentado, ya me quedo más tranquila, y sé que algún día se cumplirá mi deseo.    











No hay comentarios:

Publicar un comentario