jueves, 19 de septiembre de 2013

Sueños de una escritora



Válgame Dios, la de sueños que me quedan por cumplir. Es que sueño mucho, da igual que esté dormida o despierta. Antes no recordaba los sueños, pero ahora sí, y algunas veces me inquietan de puro estúpidos que son, con presencia de personas que no me importan y a las que no importo; se ve que quieren colarse de rondón, sí o sí, y como estoy de que no, pues aprovechan algún resquicio para invadirme y apalancarse. Por suerte, las inquietudes desaparecen apenas abro los ojos y me veo dueña de mi vida y mis situaciones. Es mucho decir, claro, eso de dueña de mi vida y mis situaciones. Más bien debería admitir que me veo plantada en una realidad que me parece una ficción por la que no soy capaz de andar con soltura y de la que no sé cómo escabullirme.
  Quizá no deba salir, y por eso no puedo salir. Me pregunto de qué escribiría, si no anduviera dando vueltas en círculo por realidades adversas. ¿No es verdad que se piensa mejor contra la adversidad? O se piensa sólo contra la adversidad, o sea, cuando necesitamos luchar contra la adversidad.
  Ya no sé nada; como quizá todo sea un sueño, vaya uno a saber si cuando abra los ojos no hallará una ficción a su alrededor, sólo una ficción; o un simulacro, como la propia vida, que parece hecha para que caminemos por ella y actuemos en ella, en lugar de para vivir en ella.
  Quizá, ahora que lo pienso, no me quedan tantos sueños por cumplir; en realidad me quedan dos, y son tan sencillos, tan fáciles de conseguir que hasta durmiendo podrían realizarse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario