miércoles, 17 de febrero de 2010

La era de internet y las comunicaciones supersónicas me recuerda a la vida en las ciudades que en el mundo más rural de hace años era tan añorado, por saberlo y sentirlo tan lejano; ambas iban a acercarnos a nuestros semejantes, amigarnos, relacionarnos con una amplitud de posibilidades inimaginables. ¿Iban? Iban, sí, porque de hecho no sucede así.
En internet vemos (como las personas que se asoman al balcón de su casa en la ciudad) pasar a mucha gente, entrando y saliendo de páginas, de proyectos, de sugerencias que se dan y se reciben me temo que sin mucha convicción, para quedarnos muchos con las ganas de que alguien nos haga caso. Pero ¡ay! algunos no estamos en según qué ondas ni mundos que nos dejan atrás. Igualito igualito que las personas que van caminando a toda prisa por las calles de la ciudad, sin mirar hacia arriba siquiera, por tanto no viendo a quienes se asoman al balcón y por ello dejándolos (dejándonos) atrás.
Buen viaje, amigos. Que os vaya bonito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario