viernes, 24 de enero de 2014

Salvar, condenar o simplemente aceptar.





Imposible prever todo lo que nos acontezca, ni siquiera los sentimientos que nos desbordan y a veces se desbocan y nos dejan atrás, superados u olvidados. Somos lo que somos y los sentimientos se dan porque sí, casi sin sentido, y no sé si es bueno tanto descontrol. 





«¿El amor es ese sentimiento incondicional que perdura a pesar de todo? Él dice que en cuestión de sentimientos no hay máximas que valgan. A mí, en cualquier caso, me tranquiliza saber que los amores están por encima de los comportamientos; eso quiere decir que existe el amor de verdad, el que no depende de lo que des o te den, ni de lo que hagas o te hagan. El amor es un sentimiento noble que engrandece por definición. Por otro lado, me inquieta saber que puede amarse a alguien despreciable. Él quiere saber qué entiendo yo por despreciable, aparte de suponer, como es lógico, que es alguien que merece deprecio. Yo le digo que despreciable no es sólo alguien que merece desprecio, sino alguien de quien uno se guarda, y me doy cuenta de que cuando se desprecia es porque se han visto comportamientos cuanto menos inadecuados.


»Me quedo callada, pensando. Cómo le digo que quiero a personas que son despreciables por su comportamiento. Me excuso diciéndome que eran ya despreciables cuando yo todavía no lo sabía, y que después, cuando lo supe, sólo me podían pesar las cosas buenas que por mí hicieron, o el modo de tratarme o como me hicieron sentir, logrando siempre que aflorara lo mejor que había en mí. Así, pienso (avergonzada, sin embargo, por mantener mis sentimientos inmutables a pesar de lo que supe después) que si alguien sembró en mi interior amor, bondad, autoestima y afán de superación, no puedo renegar, y aún menos si ya ha pasado al otro lado del espejo. Las personas somos lo que somos por las influencias de quienes nos han acompañado; sin embargo, los acompañantes que hayamos tenido, quizá no han sido buenos siempre y no han sido buenos con todas las personas. ¿Debo ser yo la inquisidora que decide a quién salvar de la quema y a quién no? No soy la guardiana del mundo, no tengo por qué salvar o condenar a nadie; a nadie debo fidelidad absoluta salvo a mí misma y a quien yo decida, al menos en una cuestión tan personal e intransferible como el reparto de las emociones».



lunes, 20 de enero de 2014

Olvida los tambores


Olvida los tambores

Olvida ya los tambores
que dejaron de sonar;
arría las velas,
regresa a la tierra firme
de tu vacua soledad.
Canta de nuevo esa nana
que te enseñó la sirena
aquella noche en la playa,
cuando la luna escondió
el reflejo plateado de su luz iridiscente
en el hueco de ese nombre
que se nombra así, al azar.

Piénsate plena de fuerza,
valiente ante la tormenta,
hermosa a contracorriente,
joven añosa insolente,
rebelde ante la fortuna esquiva
que quiebra el orgullo herido.  
Domeña el recuerdo absorto,
mentecato, trastornado y volandero.
Sueña sin miedo el mañana,
canta sin el acompañamiento
de aquellos tambores tristes
que siempre estarán ausentes.