jueves, 12 de julio de 2012

Sin vergüenza

Si no hubiera tirado a la basura los suplementos color salmón de los periódicos durante tanto tiempo, seguramente ahora sabría por qué pasa lo que está pasando. Es igual, ya no tiene remedio, pero sí sé, y eso no se estudia en ninguna escuela y no se lee en ningún suplemento dominical, que la palabra dada tiene un valor, y la honradez se mide por el grado de compromiso que se tenga, y eso está por encima de la economía y de las dificultades para sortear laberínticos vericuetos financieros. Así que no entiendo por qué un señor hace hoy (en realidad lo hizo ayer) lo que había dicho que no haría jamás y se queda tan campante, queriendo decir que me importa un pimiento si está campante o no, y sí que se queda; porque el tipo tira por la calle del medio, desquicia a todo un país y se queda, esto es, permanece en su puesto, como si tal cosa. ¿Los mercados internacionales, los mandamases económicos del cotarro económico, tienen la culpa de todo? ¿Y el tipo este no tiene culpa alguna? Pues quizá no tenga culpa alguna en los desmanes cometidos por quienes hayan abusado de su posición privilegiada para enturbiar el mundo financiero (pues esta ha sido la gran jugada que nos ha pillado a todos con el pie cambiado, y no otra), pero sí la tiene en el hecho de mentir y medrar falseando sus capacidades, y eso ya sería un motivo más que suficiente para que se decidiera a llevar a cabo un acto de valentía. Sí, medrar, porque lo suyo fue una escalada en toda regla a costa de ocultar lo que pensaba hacer y en ningún momento reconoció, y si sabía ya lo que había que hacer y a qué habría de enfrentarse (¡qué iluso, el pobre!) aún resulta más infame su comportamiento.
  No se trata solamente de su grado de responsabilidad, sino de su grado de ineptitud manifiesta. ¿No eres culpable? Vale. ¿No sabes cómo arreglar el entuerto? Vale. Pero entonces sé valiente y admítelo, no sigas empecinado en mantener tu puesto y además actuar como un mártir a quien mandan a la hoguera para purgar los desatinos de otros. Porque no sabes qué hacer ¿verdad? Admítelo, sé valiente y acepta que no tienes ni idea. Entonces ¿qué haces todavía cobrando una fortuna por hacer un trabajo para el que no estás capacitado? ¿Puedes dormir por las noches, sabiendo el tamaño del sacrificio a que estás obligando a tantas personas que se han encontrado con situaciones de las que no son culpables y por tanto no saben cómo sortear?
  Me asombra el grado de cinismo que tiene el tipo éste, recortando y recortando derechos que habían costado tantísimos años de lucha y esfuerzo. Y más aún me asombra la cara tan dura que demuestra, presentándose como una víctima de las circunstancias, cuando a nadie se obliga a postularse como presidente de un gobierno, siendo que en Democracia se debería optar a ocupar ese cargo sólo cuando se tienen capacidades para desempeñarlo, más allá de saber esquivar los mordiscos de las hienas que se tienen cerca cuando se llega a las alturas en política.
  La vergüenza que me produce ver al Presidente del Gobierno de España haciendo semejante papelón ante los jerifaltes de la Cosa Europea, a costa de someter a las personas a un grado de sacrificio que raya el estoicismo, es superior a la pena que me causan los derechos humanos pisoteados sin miramientos en aras de cuadrar las cuentas que no sé quién descuadraría, pero las personas que ahora sufren las consecuencias no, desde luego.
  Por cierto, ¿sabrá el tipo este que los funcionarios son la base de un país, más allá de ciertos privilegios (que se habrán ganado de alguna manera, digo yo) que ostenten? Sí, son la base del país, el entramado social que educa a nuestros hijos y los cura y les ordena la vida y los protege, además de apagar incendios o barrer calles, pero dudo mucho que alguien tan obtuso tenga en la cabeza algo que vaya más allá del hecho de salir airoso de las reuniones de la Cosa Europea, donde su máxima preocupación debe ser que no lo retraten con la cara de soplagaitas en permanente fuera de juego.